viernes, 6 de julio de 2007

Noche en el Autobús


Este poema es u auténtico "oldie" que aprecio mucho. Intenté capturar la vida rutinaria y asfixiante (aunque muchos no lo notan) del mundo cotidiano de quienes no se espera otra cosa que en su vida produzcan y consuman. Es un grito por la libertad del ser humano y su capacidad de liberarse de las cadenas que le oprimen, comenzando por el propio conocimiento de su realidad.


Una de estas noches, una de tantas,
observando detenidamente la calle
corriendo ante mis ojos,
desplegándose, dirías,
una ventanilla entre ella y yo
y ¡claro!, lluvia
golpeando el cristal frío y empañado,
queriendo entrar y formar torrentes
en el piso metálico;
alguien tose dos asientos enfrente,
por acá un desencuentro por celular,
al fondo una ranchera como pasajera incorpórea:
nadie se percata de la sala de exhibición que
hemos montado,
tras del cristal no hay nadie, pensaremos
estando en posición de privilegio, de altura,
vemos corriendo el mundo:
las luces, los vehículos, el indigente, el perro,
la cortadora de pelo de ébano del lugar donde hacen trenzas,
los que esperan amontonados en las paradas de buses
respirando el aire caliente de los demás
y la noche misma.
Espero ver a alguien conocido,
sabiéndome visto, no solamente observador
tras tan débiles almenas,
¡no sólo yo! ¡no sólo quienes veo!
El que tose, el que ya increpa a alguien por teléfono,
El chofer que se escuda tras el parabrisas
¡y ese gesto entre bostezo y grito
al recibir unas monedas en cada parada!,
todos tras de una cortina inservible
una vitrina hecha de vidrio y metal
queriendo ser deshecha por las gotas de agua
deslizándose por las ventanas
y el limpiador del parabrisas en un gemido hueco,
por supuesto la noche atacándonos,
recordándonos la sopa de sudor y sueño
que somos tras de todo un día
corriendo, hablando, peleando, hundiéndonos
en fin, viviendo vidas de monigotes
…que la ranchera lejana recuerda somos
una sopa de desencantos y rutinas
¡aberración tan grande de la verdad!
sigue el gemido la noche en las lámparas de la calle
olor de pollo frito, se acerca un bar,
noche para quedarse en casa, dirías
ni siquiera salir de la cama en todo el día,
nadar juntos los dos desnudos por el sol
pero, sin ambages,
la vida no es así:
no huele a salvia y yerba buena;
todo es sudor, bocas secas, hambre en el estómago
y un chillido que no entiendo del todo
mientras una doña le añade voz de soprano
a la orquesta infernal y cacofónica del autobús
entretanto yo, ahogado, alcanzo la Iluminación
sintiendo las ondas de cada sonido acuchillándome:
muerte, sólo espero sentirte,
espero sentirte acurrucándote cerca de mí
no el imbécil que ronca al lado,
tan triste el espectáculo de vuelta del trabajo
nula la mente que lanza
sus mugidos a la noche,
todo acontece, en esta pasarela de miseria,
sintiendo el aliento del tedio en mi cuello;
me levanto, resbalo un poco
por el camino de huellas húmedas
apenas me dejan apearme,
no veo hacia atrás, no tiene sentido
ver desde afuera esta noche de variedades
gratis,
infame:
ya estoy más cerca de ti
(si existieras), pero igual
estoy más cerca de ti.
8/7/2005

3 comentarios:

Anónimo dijo...

3era persona del plural... me hizo sentir dentro del autobus.

mosco dijo...

más de una vez lo he vivido, uno piensa todas esas cosas en cuestión de segundos y lo peor del caso es que no puede hacer más que eso, pensar...
x algo los ladroncillos de cuello blanco creen que todo está tan bien, xq desde los vidrios polarizados del carro la vida no se ve igual
muy bueno mae

Jose Alex Lopez dijo...

Viendo esto, creo que después de todo no pensamos muy distinto. De repente me vi envuelto en "la sopa de sudor y sueño / que somos tras de todo un día" que describís.