lunes, 30 de abril de 2007

Creencia


Un imbécil como cualquier otro,

eso creíamos que era

lo creía yo:

yo te lo hice creer,
ambos lo creímos, pues,

al final ambos construimos un monumento

a nuestra indecisión y arrogancia

era un juntar de manos

para hacer un montículo

donde enterrarme;

yo era el que más daba paladas

mi torso desnudo

enjugaba ríos de niebla

bajo el sol de abril,

tú, tus brazos eran una palanca de Arquímedes,

de esas que creen poder mover al mundo

en instantes me imaginaba sentirlos cerca,

a ratos como goteras lentas y acompasadas.

Al final todo quedó hecho:

creimos y me enterraste,

mi recuerdo, mi sombras, mis dudas

todo (nada podía faltar)

mas así y todo

quedábamos incompletos

algo faltaba, una pizca de furia más,

otra piedra rodada hacia abajo

de los pies de Sísifo,

otra bala, en fin...más de cualquier cosa

era eso, y ya hecho todo,

pude acostarme al contemplar

tu rostro hecho firmamento.

Y yo, sólo una ciudad reseca.

Tangencias


Tangencias de rayos infinitos,
atravesando el útero de la noche,
infidencias solemnes;
frutas que surgen de mis manos por un instante
levitantes, pero furiosas, astringentes,
marcando su paso con tal de desvanecerse,
símbolos infinitos, creo
que se cruzan en cada pliegue de tu cuerpo,
erizándote
haciendo de cada palmo más exquisito,
reponiendo su brutalidad en el vacío,
vertiéndose a soplos, a gemidos,
para luego volverse de nuevo tangencias,
cruzando tus costados, hasta estrecharte.


6/11/2005

La Anciana

Yelmo de escayola quebrado,
noche sin campanadas,
rosario entre las arrugas de la palma de su mano,
la anciana embebe sus cabellos en agua de vinagre
-la mortandad de crepúsculo silente
se acerca en ecos de trueno y letanías,
resuena por fin la campana:
se apresura a amasar empanadas intranquilas
besos que no se apresuran nietos que no se ven;
té de tilo, espera la saciedad del hambre
nadie come, sino ella de los tallos infusiones de manzanilla
y frota con manteca de chancho
el torso definitivo, borroso sin embargo,
que se yergue entre sillones milenarios
y porcelana remandada cuan rodillas quirúrgicas.
Tilo, romero, ruda, borrajas,
un lápiz calvo entre las trenzas frondosas, grises,
el espejo captura imágenes perecientes,
no las acepta, capa negra y plomizo cielo de los que se viste
prefiere el leve letargo de los ortos
en los que aún sacude su cuerpo con energías
antes de probar el frío de las mañanas
y de noche, los cataplasmas en caliente
se estremece su cuerpo encinto de recuerdo
camina encorvada de llevarlo preñado,
flautas y boleros en la radio,
se acuesta, libro en brazos,
rescoldos de vida en el suelo.

lunes, 23 de abril de 2007

Taxi a inicios de un abril inexistente

Taxi a inicios de un abril inexistente

Taxi. Encaminándose al encuentro
de nadie,
una pastilla aromática
ahorcándose sobre el bumper,
la foto de la hija recién nacida
¿hace cuanto?
La maría rozando mi miseria
las calles que pasan:
es de noche
a toda velocidad el escenario josefino
(un paisaje de un poeta beat)
(con sus prostitutas, esquinas oscuras
e indigentes arrastrándose por la aridez de la soledad).
Nadie sino yo y el conductor
en ese vehículo que se enrumba fuera de todo lado;
quizás el taxista halla sido
alguna vez
barquero de la laguna Estigia
o prisionero de la isla del Diablo
(o de San Lucas, para no perderme en una metáfora
pasajera).
No lo sé, pero imagino en un instante
que voy hacia algún lugar
donde el tiempo no me persiga
la mirada pasajera de la masa urbana
los días de trabajo sin sentido,
todos esos besos que ya no descargas en mí;
no es felicidad lo que me conduce,
puro y prístino deseo de huir,
(el taxista hace el ademán de decir algo,
que no sea el consabido tiempo
o la última derrota de mi adorada Liga).

14/4/2006

Mesias en el cielo

Mesías en el cielo

El Mesías.
Despuntaba su silueta borrosa
en el fondo del cielo de tormenta,
eran multitudes las que se peleaban
para llegar a él,
pozo del vacío,
eran multitudes
y tú, sin verme, entre ellos.
Era el último día de los tiempos
y sólo yo quedé aquí,
tú, no sé qué fue de ti
(no sé qué fue de mí).
Era el Mesías el que veía
o era lo que los demás querían que viera,
los ojos que no veían sino las almas
desmembradas sobre la playa,
un señor con cayado y sandalias que no se divisaba más
una luz que cesaba de existir
suspendida sobre el telón de fondo del universo
mirando burlona hacia la Tierra
y no veía.
La luminosidad
se perdía
escrita en el fondo de una carta no enviada,
guardada bajo una cama
que nunca recorrimos.
Y creía que era el Mesías
mientras el mar se arrugaba entre la arena
las olas de la lejanía
se perdían tras las barcas más cercanas
y ya no te veía.
Era un escape monstruoso,
una forma de huir de esta concavidad
desesperante,
fuerza centrípeta que me unía al huir,
¡tanta pérdida! ¡tan poco color!
Era un titán, la vaina de la infamia
mecida por las ráfagas repentinas,
la furia, la inercia,
la necesidad de ser alguien,
era un borrón entre el sol y mí
y todos lo veían,
para todos existía,
excepto para mí ¿o para tí?
9/2/2006

domingo, 22 de abril de 2007

Enterrarme


He decidido de pronto enterrarme contigo,

los hombros colocados en un túmulo

que quiebre el perfil de la cordillera

en trozos de papel fotográfico

de esos que no mirarás más, ni tu ni media
humanidad.

Quisiera romper en llanto, pero no,

es una salida incompleta,

creo que enterraría mis memorias

poco a poco, comenzando con los días

en la central hidroeléctrica, de niño,

cuando me admiraba de los ruidos,

del brillo del metal recortándose

y el suave sonar de la carretera,
rota como una vieja cicatriz en la selva.

Eran tiempos en que estaba empezando a creer

y yo, crédulo, creí que las cosas cambiarían;

pues sí, han cambiado,

pero nada de lo que había entonces ha vuelto

nada de lo que me arrebató el tumulto

retornaría a mi cuarto,

quizás por mudarme tanto no han vuelto

o talvez porque se evaporaron como los murmullos

de la noche en la ropa tendida

o el agua de estas lluvias en el asfalto

de kilómetros que le robaron al valle.

Enterraría luego mis sueños, esos artículos

perniciosos que son como el árbol de Tántalo

o un espejismo blanco del Ártico.

Entonces sonreiría, porque no desearía ni recordaría nada,

no sería el pasado un tormento y no sería salir a la calle

un crepitar de ruedas pisando el suelo, o solo eso.

A continuación enterraría los días, las constelaciones,

los gritos, a la música, en fin todo trozo o fragmento

físico que me traiga de vuelta a mi largamente cocinado fracaso.

Y por último, me arrastraría yo, en largos suspiros roncos

sobre el zacate recién cortado

entre catedrales de cristal y monumentos a mi incompetencia,

me arrastraría con un libro de Neruda y otro de Benedetti,

crispando la atmósfera con cada bocanada de aire

que le robe a este desierto que llaman valle

a cada criatura que intenta hundirme en mis fosos,

a todos complacería. No existiría yo,

explayándome en las preguntas que nadie me pregunta,

ni sintiendo las cosas que a nadie le importan.

Sólo sería una emanación pitagórica, un número, que asciende y cae

movido por ráfagas de viento y sal.

Sólo quedaría una borrosa colección de nombres

y nada más.

sol de atacama



Sol de Atacama

Sobresale apenas una punta de él sobre la pirámide la cordillera
lubricando el cuerpo delicado del desierto
y el manto salobre de la llanura casi eterna
fluye su sombra hasta un pueblo abandonado
tocando la puerta metálica
que hace tiempo cayó,
bebiéndose los gritos y la actividad de los fantasmas
que aún van de mercado a la plaza;
sus elucubraciones se oyen en el silencio absoluto,
el cielo sin nubes, aguardando ser tostado
mirando las piedras cantarinas de los geoglifos de la puna
simiente que baila con lentitud
en el aire aún frío y tan poco vaporizado
…ciego veo sus brazos acariciar mi frente dormida
pinceles de colores que se transparentan ante
el manar ronco del aire en mi nariz.
Sombras que caminan huyendo de nada en la inmensidad
y los ojos de Mistral mirando fijamente ese lento surgir-
refulgir de discos de bronce
y piel de amatista
en las piedras dormidas
desde que el salar dejó de ser oceáno
esperando no quebrar su corazón entre el calor y el frío
erosionándolo todo un viento brutal como primitivo
puertas que empiezan a abrirse,
gallos gritando hasta la mudez;
las cumbres nevadas perpetuamente de testigos brillantes y solemnes,
explotan en centellas los piares del oxígeno
en el piso de las vetas de cobre y salitre
de siempre el sonido del agua que hierve
en las cocinas
mirando su paso celoso,
la tristeza de Chacabuco y de los mampuestos incaicos
esperando mil veces el reinado de Inti;
me he levantado,
miro sin más ropa que mi piel el Ojos del Salado
mirándonos cauteloso, explotando de sólo mirar,
de no sumar el espectáculo de fuego a nuestro despertar.
Aún está frío y no siento nada,
los dedos que antes anunciaban estas sendas
ahora me descubren completamente
y siento todo de repente, claro:
el volcán, el salar, la mina, San Pedro,
los geoglifos, los ojos de Gabriela Mistral,
y a ti y al sol de Atacama.




15/9/2005

A pesar de todo, seguiré luchando






Otra vez estoy aquí, tratando de bajarme la furia de mis arterias. No hay mecanismo que pueda lograrlo. No hay nada. ¿Cuando dejaré de creer en la posibilidad de una relación que dure más de tres semanas? ¿Cúando empezaré a desechar gente como me desechan a mí? A veces me pregunto esas cosas en estos casi tres meses que han pasado, pero no hay respuestas fáciles.


Acaso, si se pudieran predecir esas cosas, estaría feliz. Pero no existe la predicción. Soy un fanático de las certezas. No hay nada que más deteste que el no poder comprender o saber por qué ciertas cosas ocurren en mi vida. Pero las dudas le dan valor a la vida, lo contrario sería ver pasar ante nuestros ojos las imágenes de una película muy mala, de esas que ya se sabe que va a morir o se va a enamorar tal o cual personaje, pero en parte por esto es tan mala, porque no sirve para la vida. La vida es de por sí, llena de incertezas.


Sin embargo y por si las dudas, me entregaré a las incertezas y me seguiré dedicando a mis causas, poniendo todas mis energías en ellas y no es que pretenda que me exalten o convertirme en un mártir de cosa alguna, simplemente me seguiré dedicando a mis luchas y seguiré buscando el verdadero amor, con el mismo denuedo, con la misma seguidilla de chascos y pequeñas tragedias, posiblemente me deprima y psoiblemente mande todo al diablo de vez en cuando. Posiblemente me corten cada vez. Posiblemente me digan que no hay forma de entendirme. Y quizás ceda muchas veces, pero siempre retornaré a la senda que me he labrado. Aunque la sociedad se oponga. Aunque me digan estupideces. Aunque llueva fuego del cielo. Seguiré luchando. Porque uno no puede vivir sin convicciones y sin sus valores. Y yo confío plenamente en ellos. Y sé que debo cambiar mi actitud, mas no los principios que muchas veces los han guiado de formas negativas. Mi mayor afán es, por ende, ser consecuente conmigo mismo y así, poco a poco, ser más humano cada vez: más íntegro, más consciente de mi imposibilidad de ser perfecto, más consciente de mi papel en la sociedad como un agente de cambio. Por eso no me rindo, porque en última instancia sé que todo por lo que lucho tiene un valor y una significancia por lo que ciertos sacrificios valen la pena. Sé que luchar, sin importar el resultado, vale la pena. Y lo estoy aprendiendo poco a poco.

Y gracias a Marjorie, mi meor amiga y el ángel de mi vida. Y a Tati. Y a tanta gente que me acompaña en esta senda.

sábado, 14 de abril de 2007

se termino

Se termino. Se terminaron los dias donde creia hallar un trozo de fuego en mi mente, ardiendo libremente, por dicha. Se terminaron tantas metáforas y los poemas que me creía. Se termino y estoy hecho mierda. No se si sabes lo que es llorar a gritos, espero que no: yo lo se. Si soy mae, y que imporat que llore. Igual a todos les da igual. Igual la noche se hará detrás de las montañas y vendrán lunas y encontrarás el hombre que te haga feliz. Yo no sé donde estaré, talvés obsesionandome, oyendo en mi desgastados oídos una canción de Miguel Bosé, nunca tuve tiempo de decirte cuales. Nunca tuve tiempo de decirte nada, nunca. Me he vuelto reiterativo por algun motivo, quizás porque estoy haciendo corto circuito. O quizás porque estoy cerrando tras de mí las puertas a través de las cuales dejé entrar tanta gente.
Se termino. Y sigo estando hecho picha. Esta vez no intentaré abrir un surco en mis venas, donde coseche delirios. Y no porque no esté destrozado, sino porque me gustaría ver qué pasa a continuación. Nada bueno, quizás. Pero igual voy a seguir por ahí, llenando el aire de mi pasión sin sentido y la ciudad furiosa de mi estupidez. Eso es todo. Difícilmente pueda articular más. Cuidate, ya yo veré qué hago.