domingo, 7 de abril de 2013

6840°

Di una vuelta al círculo, para saber si encontraba al final del camino, algo que le diera sentido a mi recorrido. Me di cuenta que recorrer un círculo es una trampa que uno mismo se impone, con la esperanza de hallar algo al final. Supe que yo debía ser lo que había encontrado: el proceso, la ganancia interna, el cambio. No fue el premio a mi esfuerzo de contener la respiración y mantener el equilibrio de girar en torno a un mundo que ante mis ojos se abría en incontables tangentes hacia el infinito, que no quise seguir por temor a dejar el círculo. Yo era quien debía ser mi propio sentido, pero buscando algo indescifrable me descuidé y descuidé las cosas que amaba, la gente que alguna vez fue importante en mi vida, mi tiempo, cosas que nunca fueron ideales pero se han ido desvaneciendo. Ahora no las tengo, pero lo más importante, no me tengo a mí. Prescindo de mí y de mis medios para escribir estas palabras: seguí dando tantas vueltas a ese y otros círculos de su vecindad en una vana búsqueda, que llegó el punto en que solo existe lo que queda de mí, nadie más. Ahora soy la cáscara que cae al suelo al abrirse en busca de algo valioso, pero adentro no había nada, no había siquiera la savia que mantiene unida la vida, me volví eso: cáscara y vacío. Di la vuelta al círculo buscando...ahora voy de vuelta para ver si puedo recuperar algo de lo perdido, pero sobre todo, si puedo aprender a sentir el camino y con ese sentir, experimentar los cambios que alguna vez quise ver en mí.  O quizás, procurando pretender demasiado, aprender el modo de dejar de recorrer cada círculo que me encuentre tirado en el campo aparentemente enorme de mi devenir. En ese recorrer, me perderé quizás entre las pestañas que el sol dibuja al atardecer al descansar.