jueves, 28 de marzo de 2013

Cerró la tienda de baterías

Sí hay tal cosa como ser demasiado uno mismo. A mí de manera creciente me invade esa sensación. Porque por más que quiera, aquello que siempre creí pasa a ser una profecía autocumplida. Porque aunque no piense en ella y luche constantemente para cambiar mis paradigmas, su presencia se agiganta con cada sucesivo fracaso.

Desde la conclusión de mi último noviazgo, eso se ha vuelto de nuevo patente: los proyectos que nunca terminan de concretarse, la sensación de ser inadecuado ante las circunstancias violentamente cambiantes y las demandas "para ayer". Me pregunto si alguna vez tendré la fruición de un logro obtenido. Si alguna vez los cambios que trato de implementar yo mismo, me los creeré. Y de la vida adulta, ni hablar, he saltado al vacío desde mi zona de comodidad, pero no he terminado de tocar fondo, no creo que sea pronto, me aterroriza este grado de inestabilidad pero sé que es necesario. No creo que siquiera valga la pena el esfuerzo que he dado.

¿Y por qué no me la creo? Porque en realidad desde hace muchos años perdí el insuflo de vida que hace que las cosas valgan la pena. Ahora las cosas son porque sí, porque hay que sobrellevarlas, porque hay que dar el mejor esfuerzo, porque no puedo rendirme, porque muchas personas creen en mí y han puesto sus buenos oficios en darme la mejor educación, la sinceridad de sus consejos, las mejores oportunidades, empezando por la oportunidad de poder decidir decaer lentamente hacia la insignificancia y la extinción.
No porque cada neurona mía comulgue con la idea.

Es triste, pero yo ya di lo que debía dar, lo que podía dar con ilusión y certeza. Atrás quedaron las convicciones, atrás quedaron las llamas de un nuevo mundo que quise prometerme y prometer a los demás. Los sacrificios se prolongan indefinidamente, por lo que ni siquiera el esfuerzo obligatorio y la sonrisa que creí que procedía de mí mismo hacen algo para frenar mi enorme insatisfacción, frustración, desilusión y hartazgo con lo que se llama vida.

Quedo con estas palabras:

Sí hay tal cosa como ser demasiado uno mismo.
Solo espero que no me tome toda la vida
para terminar de enterarme.
Que cada neurona que me comanda explote en llamas de furia,
de comprensión de lo inevitable.
 No solo enterarme: comulgar, creer en eso,
que en el cielo en torno mío
las reverberaciones de mi grito
sean como las cuerdas vocales
de mi indignación.
No sé el porqué de mi autoconsciente ignorancia:
los signos han sido evidentes,
las cejas de la vida fruncidas, los gestos de incomodidad que solo yo
no he querido entender, la rapidez en el abrazo de despedida
y el resquemor de saberme incompetente.
Incompetente para vivir en sociedad, para alguna vez pretender
el compartir mi vida con nadie.
Porque yo debo ser mi todo y si no lo logro,
no lo seré de nadie.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Physical debate










Como siempre me debato

entre las ansias de agarrar todo por su centro de gravedad

y el poder de realizarlo

me desdoblo en espera de multiplicar los minutos

cruzar las partículas cuánticas

y ganarle la batalla al rayo de tiempo/espacio einsteniano


hacía tiempo decía poseer poderes

para incrementar mis ganancias

hoy mis planes se hacen más y más pequeños

en espera de encontrar en las palancas

un punto de equilibrio que sé que no aparecerá.