Un imbécil como cualquier otro,
eso creíamos que era
lo creía yo:
yo te lo hice creer,
ambos lo creímos, pues,
al final ambos construimos un monumento
a nuestra indecisión y arrogancia
era un juntar de manos
para hacer un montículo
donde enterrarme;
yo era el que más daba paladas
mi torso desnudo
enjugaba ríos de niebla
bajo el sol de abril,
tú, tus brazos eran una palanca de Arquímedes,
de esas que creen poder mover al mundo
en instantes me imaginaba sentirlos cerca,
a ratos como goteras lentas y acompasadas.
Al final todo quedó hecho:
creimos y me enterraste,
mi recuerdo, mi sombras, mis dudas
todo (nada podía faltar)
mas así y todo
quedábamos incompletos
algo faltaba, una pizca de furia más,
otra piedra rodada hacia abajo
de los pies de Sísifo,
otra bala, en fin...más de cualquier cosa
era eso, y ya hecho todo,
pude acostarme al contemplar
tu rostro hecho firmamento.
Y yo, sólo una ciudad reseca.
1 comentario:
woow..
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