miércoles, 20 de enero de 2016

Transexualidad: derecho, privilegio y capricho


Hoy me encontré esto publicado en el muro de un familiar. Obviamente me indignó, pero sobre todo porque también he visto el mismo argumento desde la acera de la comunidad gay, espetado repetidas veces, lo cual me parece el colmo. Pasa igual con las bizantinas discusiones en torno a si se debe permitir el cambio del sexo registral para las personas trans.

¿Cómo puedo diseccionar este modo de pensamiento? Enfrentándolo con casos similares. Por ejemplo, ¿qué pasaría si yo dijera que dejaré de realizar mis aportes a la Caja, porque hay personas que se dedican a tener hijos de una manera antojadiza y sin condiciones para brindarles una adecuada vida, sin oportunidades para surgir? ¿O si dijera que no voy a pagar mis impuestos, porque no quiero que sean usados para mantener a los ocupantes de las cárceles, porque me considero un ciudadano 100% cabal, que aunque tenga que luchar muchísimo para asegurarme un ingreso, procuro seguir las leyes del país? Pues que me podrían tildar de clasista e insensible…y ciertamente lo sería. Aparte de yo mismo hacerme un daño. Y por supuesto que yo no suscribo esas líneas de pensamiento.

O yendo más largo en el ejemplo ¿qué tal si yo arguyera que no pagaría mis impuestos, porque estos sirven para financiar a la iglesia católica, la cual parece tener entre sus metas el impedir que las personas LGBTI accedamos a una verdadera igualdad, o que las parejas sin hijos puedan procrear? Entonces, básicamente yo estaría financiando a una organización cuyo rol es luchar contra miles de ciudadanos, asegurándoles una existencia escasa de oportunidades. Ahí empezaría a tener un argumento. Pero aun así, siendo esto real, yo no arguyo semejante argumentación y actúo en consecuencia de una persona que cree en la institucionalidad de este país.

Entonces, volviendo a la transexualidad, que está plenamente demostrado que no es una enfermedad, ni un capricho, sino simplemente una condición diferente que vivencian algunos seres humanos y que se percatan de ello desde una temprana edad… negar algo que para algunos de ellos y ellas puede ser importante y un gran paso en su existencia, por no decir superar el estigma y la discriminación que sufren…que las personas de orientación sexual diferente a la heterosexual también vivimos en alguna medida…me parece un signo de absoluta mediocridad e insensibilidad.

Eso porque uno desde sus propias prioridades, creencias y jerarquías de importancia no puede juzgar como poco importantes las cosas que para otra persona pueden ser vitales. En consecuencia, negar un derecho a un grupo de seres humanos, es un signo de falta de capacidad de entender que una sociedad no sólo se compone de clones míos, sino de personas más diversas que toda la gama cromática. En ese sentido, lo que se requiere es tener un poco más de empatía y escuchar un poco más a los demás. Y un poco de consecuencia.

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