viernes, 6 de julio de 2007

María Betania y el perro de ojos como carbones ardiendo


Este poema lo dedico a toda la gente que a lo largo de la historia ha sido aplastada por la ignorancia, los prejuicios, la insensibilidad de quienes le rodean. Lo dedico a los hogares y países donde aún realizan la "circunsición" de las niñas (para que de adultas no puedan disfrutar las relaciones sexuales, gran pecado...), lo dedico a las sociedades donde las mujeres se cambian por objetos y son tratadas como tales, ya sea que vistan burka o bikini. Y las sociedades, como las nuestras, donde aún hay quienes creen toda la chatarra mental de la colonización española como de la mayor actualidad.


María Betania desliza sus ojos por una rendija
mejillas planeando por la leve brisa
entrando por la puerta
que abre la puerta a un mundo tétrico,
prohibido
¡tanto temor le han inspirado en cuentos
de perros de ojos de fuego!
No es necesario decir que tiembla
intentando armarse de ánimos
para extender su mano
con la llave bajo el colchón
presa de su curiosidad
a entrar por el metálico picaporte,
chirrido que siente de pronto
ese es un ritmo lento
(nada como los mambos
que suenan en la radio ubicua
con su baile diabólico),
quizás así pueda oír bufar al perro
con ojos de fuego
y cadenas pesadas arrastrando el polvo
con carbones ardiendo,
finalmente...suena hueco
la puerta de amenazante verde tierno
se mueve sola
como movida por un satánico aliento
cede y se pliega
cual si un deseo de Merlín
lo hubiese hecho;
es tan pronto y llega casi a los trece años
porque aún cree en la cigüeña
y en el doctor Moreno Cañas, el milagrero,
usa los rizos a lo Shirley Temple
si es que no se ha muerto
(su madre quiso llamarla Shirley),
su cuerpo que vive cambios misteriosos
como extraños
y esos dolorosos y perversos fluires de sangre
de su cuerpo,
dice su abuela es el llanto de la Dolorosa
y cosa mala, de la que no hablar;
por eso es curiosa y divisa el débil hilo de luz de algún sol
sobre un baúl mohiento,
tal vez lo que halle allí le explique
por qué tantos cambios súbitos y extremos
(por cierto, por ningún lado
el bandido perro).



1/5/2006

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