sábado, 26 de julio de 2008

Para eliminar las cadenas y divisiones del pasado


La lucha por la aceptación de las uniones de hecho de relaciones de pareja homosexuales es una etapa más de la lucha por las libertades civiles. No hay duda de ello. Quienes quieren vernos como representantes de las amenazas sociales recurren a las mismas estructuras mentales por las que en la historia de la humanidad, se ha violentado a diversos grupos. La sola existencia de esta marcha de hoy sábado representa una concretización de ese pensamiento, enfocado en el odio, en la exclusión y en el etiquetar a personas o grupos como amenazas, en este caso, a la estructura social existente, a la "familia" (en este caso, un concepto específico de ella) y la "paz social" (cuando existen amenazas que estos mismos grupos no enfrentan, no siendo este proyecto de ley ninguna amenaza). Definitivamente crea la impresión de que no se trata de una expresión razonada de pensamiento, sino una unión de estereotipos, pseudorazonamientos, estadísticas y estudios pseudocientíficos y el mismo y viejo temor humano al cambio y especialmente, a la diferencia.


De los artículos y opiniones que se han puesto ya en este blog se extrae que, aunque bajo la superficie, bulle y se acrecienta el movimiento para que esta ley tan necesaria sea una realidad. Para eso no se necesita ni siquiera leer estos artículos, eso se experimenta a nivel personal cuando hablás con otras personas y estas te muestran su total aceptación a la homosexualidad. Cada vez más, se enraiza la correcta percepción de que esta es una más de las características que muestran la gran variabilidad de caracteres de los seres humanos, que cada quien tiene su propia orientación y vivencia sexual tal y como las personas poseen colores de ojos, de piel o timbre de voz característicos. El hecho que estas personas que se manifiestan en esta marcha no se den por enterados de este hecho, no le quita en nada su poder de verdad. La homosexualidad, simplemente es y ha sido en cada etapa de la historia de la humanidad. Podría ser trazada hasta los ancentros del ser humano y demás especies de la vida animal. Es más antigua que la Biblia y que los prejuicios. Y como parte de la naturaleza del ser humano, no puede arguirse ninguna ley natural o divina contra ella. Asimismo, cualquier persona con un mínimo de sensatez se dará cuenta que muchísimas cosas en las leyes bíblicas han perdido totalmente su actualidad, porque se trata de una gran normativa ideada hacia 3000 años para un pueblo pastoral. Quien se dé una vuelta por el levítico se dará cuenta que si se quiere cumplir la Biblia textualmente, se debería condenar a muerte a las personas que utilizan más de dos tipos de telas en su ropa, que comen cerdo o a los agricultores que rotan sus cultivos. Se trata de leyes, por ende, estrictamente contextuales, que se crearon en su momento con un propósito y que hoy día no se pueden esgrimir. Igualmente las cartas de San Pablo, que también se señalan como elementos condenatorios de la homosexualidad, se refieren a formas de prostitución de culto que se practicaban en la Antigua Roma. Para cerrar esta idea se ve que una expresión de amor de pareja consensuada y respetuosa entre dos seres humanos NUNCA puede ser considerada un delito, una enfermedad o un pecado. Para el que quiera más pruebas, Jesús nunca condenó la homosexualidad y no porque no existiera en su tiempo, sino porque al igual que otros temas, no había nada que decir contra ello.


La orientación sexual, las diferentes identidades de género, son características humanas que en nada añaden o quitan valor a la persona per se. Una persona homosexual (gay o lesbiana), transexual o bisexual tiene en principio tanta posibilidad de ser una persona de valor o una persona problemática como cualquier otra, la historia está llena de personas de nuestra comunidad que han dado valiosos aportes a la humanidad y no por el hecho de ser o no ser gay, sino por el hecho de ser seres humanos y de grandes dotes. Si se añade otro elemento a este razonamiento, se llega a saber que por la detestada presión social sobre personas de nuestra comunidad, se tenderá a sacar lo mejor de nosotros como personas al enfrentarnos a una realidad que nos margina como personas por una de nuestras características.


Por otro lado, la homosexualidad y las demás caracterícticas que he discutido han sido tradicionalmente los chivos expiatorios de la sociedad patriarcal, eurocéntrica y socialmente desigual. Se nos ha perseguido como en determinadas épocas se he defendido el "papel inferior" de la mujer, la esclavitud, el racismo, la agresión hogareña, el totalitarismo de las sociedades nazifascistas, el militarismo, la inquisición, etc. Eso me lleva de nuevo al punto de que esta es una lucha social necesaria, no se puede entender como algo por dejar para después, no se puede entender como algo accesorio. Se trata de una lucha tanto por garantizar derechos a las parejas de nuestra comunidad (derechos humanos que no se pueden disputar con argumentos de ignorancia), derechos a nuestro reconociemiento como seres humanos integrales y que se trata de una lucha por derribar los prejuicios y estructuras verticales de esta sociedad machista, de construir una nueva e inclusiva sociedad donde cada quien pueda demostrar su valía como ser humano y gozar de una vida social y sexual plena. Se trata de una lucha por la construcción de una nueva masculinidad y nueva feminidad, que se apartan de los preceptos vacíos y poses del concepto tradicional.

Es por eso que esta ley sería un elemento más de esta lucha, un buen comienzo para ir generando poco a poco el cambio cultural en Costa Rica que garantice que nadie sea juzgado sin ser conocido, que nadie tenga que vivir con miedo por ser quien es. Es una ley necesaria para cimentar un cambio que ya se está dando, aunque los organizadores de la marcha de hoy y sus seguidores no quieran darse cuenta (aunque no tengan reservas sobre recibir dineros públicos para sus fundaciones o apoyar tratados de comercio que claramente afectarán la "paz social"). Es un cambio que está derribando prejuicios y si bien nos concpetualizan hoy como los causantes de todos los males sociales y "morales", mañana se valorará el papel que hoy se tenga en proporcionar a las parejas de personas del mismo sexo los derechos que toda pareja tiene. Desde una perspectiva humana, la moralidad rancia y discriminatoria de estas personas es alarmante y se derrumba por su falta de argumentos; desde una perspectiva histórica los logros de hoy serán las proezas de mañana.

Ahora bien desde una perspectiva personal, no se puede pretender progresar en un país que mantenga conceptos medievales y siga señalando la diferencia (al inmigrante, a la mujer profesional, al joven, al homosexual, a la persona divorciada, etc) con la misma mediocre moralidad de la vieja Costa Rica. Tarde o temprano se tiene que cambiar y entender que la vida evoluciona a sus propios pasos y las abominaciones de otros tiempos se convierten en cosas naturales no porque sean más valederas que antes, sino porque los conceptos que sustentaban la creencia de esa abominación se mostraron como inhumanos y sesgados. Dentro de mi vivencia como un hombre homosexual, considero que esta ley viene a traer una pequeña demostración de que el peso de los hechos finalmente trae abajo las etiquetas. Dentro de mi vivencia considero a la homosexualidad algo que me ha hecho mucho más fuerte, que me ha demostrado que pudo salir adelante a pesar de los peores ambientes y de que es posible encontrar aliados y amigos que me aprecian por lo que soy, un ser humano integral, con virtudes y defectos. Esta ley eventalmente me permitiría compartir una vida de pareja satisfactoria en una sociedad abierta y más objetiva, pero por el momento me haría sentir confirmado y la autoconfirmación es algo que se requiere para seguir adelante. La gente gay, los bisexuales, las lesbianas y transexuales somos personas que sentimos y que luchamos y el destino bueno o malo de este país también depende de la forma en que nosotros nos podamos desarrollar como personas y de disfrutar de la libertad de no tener que ocultarnos sino de enorgullecernos por quienes somos. Esa es una cosa que nadie que apoye el inmovilismo y el señalar con el dedo va a entender.

Por una ley que garantice los derechos de las parejas del mismo sexo a disfrutar de los beneficios que merecen, mi total apoyo.

jueves, 17 de julio de 2008

The morning after








Me encontraba en lo que muchos fatalistas llaman the morning after. No era la mañana después de ninguna hecatombe nuclear ni sobrevivía al choque de un meteorito ni caminaba entre pilas de edificios en ruinas en una zona de un desastre natural, sólo vivía un momento estrictamente personal. Mi mañana después era bastante más trivial que las desgracias humanas. Tampoco era por supuesto la mañana después de casarme ¿?, de irme a otro país o de traer a mi casa un nuevo gato. No, era la mañana que me encontraba con otra parte de mi historia reciente, que es como todo, un rejuntado de momentos antiguos, de años pasados, de caras que había dejado de ver y he sacado del pozo de los recuerdos para volverlas actuales, cambiadas, actualizadas. Era la mañana (bastante somnolienta y débilemente iluminada por la niebla) después de la fiesta que organicé, la mejor de las fiestas.


Incréíble lo bien que me he sentado este año: el mejor viaje (a Cocles), la mejor relación (qué dicha que ya aclaramos las cosas que quedaron irresueltas), el reencuentro con el pasado, la práctica que se avecina, los mejores resultados de un semestre, el proyecto del condominio, etc. Pero esta fiesta viene a resumir muchas de las cosas que he vivido. Me encontraba de hecho la mañana después, muy mal dormido por pasar bajo los brazos de...y contemplaba cómo iba cobrando la vida la mañana.


Tengo la dicha o desgracia de ser muy contemplativo y mientras mi amigo Berny freía la tocineta no podia dejarlo de comparar con el tièmpo en espiral: veinticuatro horas antes estaba en la casa de mi hermano y mi cuñada cocinando. Dichosamente, la comida había sido un ingrediente del éxito de esa fiesta: tanto mi lasagna y las canastas con fruta que serví de postre como la ensalada y los dips de Berny y Janice. El otro gran factor de éxito había sido la gente: al inicio parecía que todo iba a fracasar, en términos de espíritu festivo y en el sentido monetario, pero luego la fiesta fue calentando, la conversación se desarrolló y la gente que no se conocía se fue integrando...de pronto eramos un grupo, comiendo, gastándole bromas a todo mundo, poniendo música y haciendo el ridículo de lo lindo, simplemente siendo nosotros. Eso me encanta, poder andar sin tapaderas, sin impostaciones. Y claro, hice que bailé para animar a la gente, pero la bailadota quedó para la noche...Y cuando nos dimos cuenta ya había pasado medio día y había anochecido, veíamos videos malos: la consabida Wendy Sulca y su tetita, Yasury Yamileth, El Conejito, Delfín Quishpe y sus torres estrelladas, la momia de la Tigresa de Oriente: ¡por qué en Perú y Ecuador puede haber música TAN MALA!!!!


Pasaba la noche y los que estábamos ahí nos dábamos cuenta de dos cosas: una, éramos los peores organizadores posibles, dos, la fiesta no había fracasado, ni siquiera en el aspecto financiero. Y entraban ganas de terminar la fiesta...en el lugar inusual al que llevaba más de un año de no ir...


Terminamos en un conocido club nocturno de San José, lo mejor fue la cantidad de gente conocida que vi, incluyendo a mi mejor amigo "no conocido", bailamos (esta vez sin la pena de que nos vieran), nos reímos, me pusieron globos en la cabeza, se tomaron los jelly shots que me correspondían por derecho y edad, hicimos acrobacias para mantener un mínimo de espacio entre nosotros, me ofrecieron "conocerme", en fin, no necesitaba salirme de ese grupo de amigos para disfrutar la noche. Fue genial.


La madrugada avanzaba ya. El carro en el que íbamos de vuelta corría en medio de una de las neblinas más densas que recuerde. La neblina le daba un aspecto místico a la experiencia, era volver, en medio del frío, sudados, a dar otro giro en la espiral. Era hora de volver, de pensar, de mirar hacia adentro y eso hice. Eventualmente volví a la cama, pero pensé en lo que había vivido este día: desde salvar una olla en plena erupción de aceite hasta besar, besar tiernamente, de pronto estaba semidesnudo, entre cobijas, sin poder dormir, pensando en la comida, en las luces de la disco, en las sillas en los costados de la sala, en la pobre de Sara despeinada, en el guacamole y el dip de salmón, en mis amigos, en la neblina...


Por algo había hecho esto, ya me había olvidado de las razones, me había olvidado que necesitaba este tipo de días. La comodidad y la estabilidad muchas veces aburren. Mi esfuerzo y mis dos días nómadas tenían sentido y me di cuenta al volver a la casa a ver las fotos, sonrisas por todo lado, pero la foto que lo concluye fue en el desayuno, satisfacción a pesar del sueño, paz, luz que entra suavemente por un costado de la sala, comida en la mesa -en parte nueva, en parte del día anterior-, caras de gente que no se conocía necesariamente el día antes y miraba satisfecha.


El sentido de esto: cambiar el rumbo de lo vivido y reescribir la historia en otro giro de la espiral.

jueves, 10 de julio de 2008

Homo sum et nihil humani a me alienum




El final del semestre significa el final de los impulsos que lo motivan a uno a tapar un hueco haciendo un bache, sin percatarse. De pronto estoy en vacaciones y estas no terminan de cristalizar, me he llenado de actividades para igualmente volver a evitar las discusiones, pero he dejado mi pobre blog en la soledad. Es por eso que escribo un poco para ir retomando el ritmo.

Alrededor del día del décimo aniversario del Colegio en el que estuve, el Colegio Humanista, ¿qué no decir? Por un lado queda la conciencia de que con los años me he convertido en una persona mucho más fuerte, determinada y segura, por el otro enfrentarse cara a cara a los rostros del pasado resulta a veces terapéutico, a veces traumático. Esa vez fue lo primero. Fue enfrentarme a las épocas en las que las inseguridades saltaban de mi mirada como ranas a pozos de furia. Hoy, ya cerca de la cuenta final de mi vida académica, enfrentado al pasado, no dejo de mirarlo con cierta ironía y a veces con inclusive la sensación de por encima de superarlo (cuando antes me cazaba) haber logrado integrarlo a la persona que soy hoy del modo menos duro posible. Hoy ese capítulo como otros tantos forma parte del archivo interior que raramente consulto no porque quiera evitarlo sino porque ya no siento las mismas cosas que antes, es como si fueran vivencias superadas y no porque las quiera omitir del libro de mi existencia como hay gente que borra capítulos enteros "porque no son bonitos". I embrace them.

Es curioso ver a las personas y notar que las divisiones que yacían en ese entonces y que eran tan verticales, no lo son ya tanto. En todo caso, ¿qué importa que lo sean, aún en sentido inverso? Sin embargo, siempre queda espacio para seguir desescombrando, para seguir apilando en el lugar que corresponda los restos de las experiencias de tantos años: el 85 % cronológico de mi vida que viví arrastrándome a pesar de que todo pareciera ser tan bueno: en efecto, por encima de los resultados académicos exquisitos, de las competencias y delegaciones internacionales y de la gente enorgulleciéndose de mi sin siquiera conocerme vivía como la estatua de pies de barro bíblica. Carecía de fundamentos, carecía de capacidades de aprender de mis experiencias, carecía del conocimiento propio y muchísimo más del de los demás como para apechugar con mis debilidades y fortalecer más virtudes que no fuesen las intelectuales.

Pero habían otros problemas: la soledad, la omnipresente soledad, los constantes conflictos con todo mundo y la multitud de secretos que no podían salir a la superficie. Es por eso que ese 15 de noviembre del 2002 fue el inicio de un antes y un después, no significaba en lo más mínimo que los problemas y los procesos que vivía terminarían, pero me obligó a enfrentarme a los dos mayores secretos, claramente el mayor de de la homosexualidad. Y los cambios serían muy paulatinos. Y luego se acelerarían. Hasta que finalmente el poder salir a la calle y mostrarme orgulloso por lo que soy no resultaría ser el horror de años antes. Y llego a hoy día: la gente a veces me destaca por uno u otro aspecto, a veces me odia (sobre todo por mi falta de disimulo de mi orgullo), pero ya no importa el sentido de vigilancia social como antes, ya no es relevante tanto lo que puedo aparentar como lo que puedo ser y hacer. Espero no inclinar el estandarte de mi vida, cada experiencia, cada trauma, cada pelea, cada triunfo verdadero o pírrico y cada paso adelante a pesar de tantas cosas: es parte igualmente de mi. No se puede renunciar. No se puede renunciar a las cosas que más me importan: el afán de perfeccionarme, la lealtad hacia mis amigos, la sinceridad, mi afán de excelencia, mi gusto por aprender más y más...son cosas que en la vida profesional se dejan de lado, se renuncia a ellas, se pretende que la persona que pueda enmascararse mejor es la más exitosa. Si uno no se conoce, si no sabe crecer, si no sabe defender lo que se es y si no se sabe aprender de los errores, ahí sí están las trampas.

Hoy día estoy de nuevo en un compás emocional: aquellas cosas que en cierto modo quería en cierto modo que articularan las diferentes partes ya no están. Es en cierto modo el grado de derrota que uno debe aceptar, no son luchas por las que pueda simplemente dejar de luchar, pero mientras tanto descubro que en cierto modo fueron el barniz, no el puntal. Y duelen, claro que duelen, son imprevistos cuando uno lo que más espera es tener un poco de estabilidad. Pero por mientras quiero seguir averiguando las posibilidades que me quedan por explorar y me va bastante bien. Por el otro hay días como hoy que uno se desacomoda un poco y necesita verter esos sentimientos. En cierto grado, insatisfacción, tanto de la buena como de la mala. Y eso me remite tanto a los años del colegio en los que conocí a la persona que más me ha acompañado en mi vida por más etapas que casi ninguna persona, mi adorada Mar. También a las experiencias más graciosas, al mentado viaje a Talamanca, a nuestros idiosincráticos profesores. Y por supuesto, al enorme aprendizaje que obtuve, definitivamente no hubiera entrado en la lucha social ni me hubiera asumido como el ser humano que soy si no hubiese asumido la frase del poeta, como propia: "Homo sum et nihil humani a me alienum"