Sé desde los 9 años que soy gay, fue algo que simplemente empecé
a sentir, como parte de un proceso natural, como despertarse un día y sentir
que experimentaba las cosas de manera diferente. Durante años perdidos de mi
infancia y adolescencia luché contra mí mismo por eso, por mi temor al rechazo
social...por la idea de un dios castigador, que me había impuesto el ser
eternamente señalado por los demás. Pero crecí, viví, experimenté la vida y
aprendí a amar desde el fondo de mi ser a los hombres maravillosos que han
compartido mi camino. Y ya han pasado los suficientes años como para aceptarme
plenamente, ser feliz y sentirme orgulloso de ser quien soy, con todas mis
complejidades, defectos y virtudes.
Con enorme determinación he vencido obstáculos que eran o veía
enormes; con el apoyo de gente valiosa -mi familia, los amigos que he hecho en
el camino- he podido concentrarme en construir mis sueños; enfocándome en mí
mismo he llegado a conocerme y amarme, sabiendo que lo que uno es y siente
importa muchísimo más que las opiniones ajenas; venciendo temores me he
convertido en un ser humano integral, un profesional. Aún más, apoyado en mis
convicciones, me he unido a otras personas para soñar y luchar por un mundo de
igualdad y respeto, donde todas las personas puedan desarrollarse en la
plenitud de sus capacidades.
No tendré el sistema de creencias que Fabricio Alvarado y los
suyos denominan "moral" y "valores tradicionales", pero
tengo un sistema ético fuerte, que uso en todo momento y que, unido a mi
conocimiento de la historia, me hace condenar la política basada en el odio, en
la división, mono temática, oportunista, carente de seriedad. Esto no es la
política en la que creo: la de servicio y de transformar para bien el país y el
mundo.
En este momento, tenemos desafíos enormes como país: la
situación económica, la crisis de la infraestructura, nuestro modelo de
urbanismo expansivo, la prevalencia de la pobreza y la desigualdad, la
inseguridad ciudadana. También tenemos enormes desafíos como humanidad: el
cambio climático, las guerras, la creciente brecha entre ricos y pobres, la
violencia política y religiosa, el tráfico de drogas y de personas. Son cosas
que debemos abordar desde el gobierno y nuestras acciones diarias. El que dos
personas del mismo sexo puedan validar legalmente su amor y su camino común, el
que una persona trans pueda disponer finalmente de su nombre y su identidad
según la siente en su corazón, NO son uno de esos problemas y, aunque no deban
ser el tema central en esta campaña, ciertamente el contar con esos derechos
transformará profundamente y para bien la vida de miles de costarricenses, que
vivían en un vacío legal, teniendo que luchar a diario con el rechazo de gente
de mente y corazón estrecho.
Pensemos antes de votar.
Votemos por las propuestas, no por la improvisación. Votemos por la coherencia
de discurso y acciones, no por la retórica vacía y cobarde del que dice
"no discrimino", para luego proceder a discriminar. No al odio en Costa
Rica.
27/02/2018