Yo marcho.
En primer lugar, por mí, porque he vivido décadas y décadas en el camino de auto-aceptación, para darme cuenta de quién soy y qué quiero en la vida.
Marcho porque la seguridad de ir a una actividad y poner mi cara a una causa, sin importar dónde salga o qué diga la gente, es un proceso que me ha costado mucho y quiero celebrarlo.
Marcho porque creo firmemente en la igualdad de derechos, deberes y dignidad de las personas y me compele luchar por esa justicia.
No marcho solo por mí, sino por quienes son echados de sus casas, por quienes viven vidas de artificio por mantener una imagen socialmente aceptable, por quienes son infelices y piensan terminar sus vidas, por quienes aún hoy son asesinados y violentados por su orientación sexual o identidad de género.
Marcho por los seres humanos que sufren persecución en los países más atrasados de la Tierra...por parte del odio más abyecto.
Marcho por los compañeros que creen que el cómo vaya otra gente a la marcha, no los representa. Porque creo que nadie me representa y por eso voy, a mostrarme cómo soy. A decir lo que pienso. A compartir en camaradería con mucha gente, que puede pensar parecido o diferente.
Por último, marcho por mis amigos que creen en la diversidad, por mi familia que me acepta, por mis amigos heterosexuales que prestan la cara por la igualdad, por los amigos gays con los que puedo hablar de tantas cosas, por todos los que en mí ven a Esteban, no una etiqueta.
Por eso marcho. Porque creo en el cambio para mejor y creo que lo que estamos construyendo lo va a disfrutar mucha gente, que el respeto, el aprecio y la aceptación será la regla. Y con ello, este mundo será más dulce y próspero.
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