sábado, 19 de julio de 2014

Venciendo la Invisibilidad

                Hace poco, los candidatos presidenciales no lograron, a pesar de usar el recurso del voto conservador, ganar las elecciones. Hace poco, un gobierno progresista asumió el poder e izó la bandera de la diversidad sexual, un gesto de tiempos cambiantes. Pero, recién los diputados del partido de gobierno negociaron con los partidos evangélicos y sus aliados, coartar de momento la posibilidad de aprobar proyectos tendientes a garantizar una ciudadanía plena a las minorías por orientación sexual e identidad de género.
                Respecto al gobierno anterior y a los cantos de sirena de siempre de los políticos, puede parecer que se ha avanzado, pero en realidad, todavía no se ha logrado la aprobación en la Asamblea Legislativa de los proyectos de ley que harán una gran diferencia para nuestro colectivo. Ciertamente no para quienes son despedidos de sus trabajos por su orientación sexual, usando excusas. Tampoco para quienes son expulsados de sus familias por su identidad de género, ni pueden asumir en su cédula su verdadero nombre. Ni para quienes a pesar de construir su mundo con sus parejas, ya por años, para la ley, son perfectos desconocidos. O  para quienes sufren hostigamiento y violencia por motivo de su pertenencia a estas minorías, sobre todo los que pasan debajo del radar de las estadísticas oficiales; han sido asesinados por ser del colectivo LGBTI, pero como en el país no existe una figura de crímenes de odio, sus sacrificios son ignorados.
                Costa Rica no puede seguir mostrando un divorcio entre su plática de derechos humanos y la realidad de una sociedad discriminadora. Quiera o no quieran muchos, las personas LGBTI estamos en todas las clases sociales, edades, familias, lugares, profesiones y partimos de las personalidades y experiencias de vida más diferentes. En nuestra diversidad, una diversidad que rompe con los estereotipos, cientos de miles de costarricenses ansiamos poder gozar de la ciudadanía con la que cuentan las personas heterosexuales; no sólo en términos de leyes que propicien derechos iguales, sino también de una cultura de respeto y aceptación por la diversidad. Quiera o no quieran muchos, las personas LGBTI siempre hemos estado aquí y nuestros aportes al país, son enormes.
                ¿Pero qué falta para llegar a este escenario que deseamos? La respuesta en realidad yace en la actitud de cada uno. Muchísimos no hemos cumplido con nuestra cuota de romper con la invisibilidad que a la sociedad tradicional le resulta tan cómoda.  Desde asumirnos orgullosamente ante nuestra familia (generando un mensaje, de parecer tener vergüenza, de algo que es totalmente natural), hasta callar cuando los demás critican a las personas LGBTI, de limitarnos al closet del antro de ambiente;  pero a la hora de dar una firma para una iniciativa de la comunidad, o asistir a una marcha, negarnos creyendo que garantizándonos no salir en televisión hacemos algo por nuestras vidas. Lo único que estamos logrando con esas actitudes es mantener nuestras propias vidas en un estado de permanente fragilidad.
                Nuestros adversarios tienen representación política y mientras muchos en la comunidad nos enfrascamos en divisiones, o en apatía por las grandes luchas que quedan, aquellos se alían entre sí y con las más retrógradas figuras religiosas, para que la violencia y la discriminación sigan siendo impunes, para que las familias si lo quieren puedan despojar a las parejas de todo lo que han construido juntos, para que no podamos gozar de los recursos para nuestra realización. Ante eso, se requiere consistencia y unión de las organizaciones, luchar por representación política propia, pero sobre todo, romper con la falsa comodidad del armario y manifestarse en ocasiones como hace poco, en que a pesar de todo, asistimos miles por la dignidad y la diversidad.

                Si usted arguye que no va porque no se siente representado por quienes van a las marchas, que fomentan los estereotipos ¿por qué no va usted mismo y se muestra cómo es? ¿como estudiante, como profesional? Déjele ver a la sociedad que la diversidad sexual es eso, un mundo lleno de todos los matices, los sueños más disímiles. Ante una sociedad que debe cambiar, quien debe cambiar primero es cada quien, desde el fondo de su ser...resonando más las palabras de Harvey Milk: "Me gustaría ver a todos los médicos gay salir del armario... a los arquitectos gay...ponerse de pie y dejar que el mundo lo sepa. Eso haría más para acabar con los prejuicios en una sola noche de lo que nadie podría imaginar".